SE CONFIRMA LA MORALEJA DISNEY: para comer perdices con un príncipe azul hay que besar antes muchas ranas. Exactamente, al 37% de los aspirantes a media naranja. Es la estrategia óptima, estadísticas en mano: rechazar primero al 37% de los pretendientes. El príncipe azul –dictan las matemáticas– será el siguiente de la agenda de citas que mejore a sus predecesores.

Fórmula imbatible. “Son matemáticas, no ciencia. Hay pruebas absolutas”. Pone la mano en el fuego Satoshi Kanazawa, especialista en psicología evolutiva de la London School of Economics. Se basa en un clásico (un estudio de 1966 de John P. Gilbert y Frederick Mosteller). Lo ha desempolvado en su blog de Psychology Today para responder a la pregunta retórica de una amiga: ¿por qué es tan difícil encontrar pareja en Nueva York? Cuestión de números, justifica Kanazawa. Si una mujer vive en Ames [Iowa, 50.000 habitantes], puede esperar conocer en toda su vida a 10 hombres –calcula el psicólogo–, 10 maridos potenciales. Así que sólo tendría que rechazar a los primeros cuatro candidatos para encontrar a su pareja matemáticamente ideal. Trasladado a las macrocifras de Nueva York: la misma mujer tendría que dejar plantados a 369 pretendientes (1.000 maridos potenciales). Lo que justificaría la pregunta de la amiga del psicólogo y, de paso, las seis temporadas de Sexo en Nueva York. En dos palabras: “Difícil y agotador”, añade el psicólogo. “No basta con colgarles el teléfono o borrar sus mails –advierte Kanazawa–. Hay que salir con ellos, hablar y evaluar lo buenos que son”. Es decir: 369 citas formales. Lo que explicaría por qué las mujeres se casan más tarde en una gran ciudad que en un pueblo.